La obra de arte más bonita jamás expuesta

Hablo de la obra de arte más bonita jamás expuesta.

Esa obra de arte que todos quieren tocar,

robar,

tener.

Esa obra de arte que todos quieren fotografiar,

pero que no se deja,

de esas a las que hay que pillarlas en el ángulo exacto,

y que una vez que lo consigues,

te atrapan para siempre.

Esa obra de arte que necesitas tenerla,

robarla como ella te ha robado,

de esas que quieres tenerla delante todo el día,

para admirarla en silencio.

Hablo de la obra de arte más bonita jamás expuesta,

de esas que miras mientras se preparan un café,

se lo sirven y se lo beben mientras te sonríen,

como sólo una obra de arte sabe hacer.

De esas que te hacen sentir cosas,

que te inspiran,

que te hacen acabar todos tus poemas,

de esas que te acaban a ti.

De las que no son perfectas,

pero que despiertan sensaciones como nunca nada lo hizo

De esas que te sonríen al abrir la puerta,

que hacen de ti arte,

que son más dignas de admirar que cualquier otra expuesta en un museo.

Esa obra de arte, que es más arte que obra,

que es la manera que tiene el mundo de decirnos

que la vida no es tan mala.

Que siempre habrá algo bonito por lo que suspirar.

Esa obra de arte que a veces, duele.

Y duele que alimenta,

pero duele mejor que ninguna otra.

Hablo de la obra de arte más bonita jamás expuesta:

Tú.